
Con este nuevo directorio, Zapatos Made in Spain, hemos querido ofrecer un espacio de visibilidad virtual a todos aquellos fabricantes de calzado, empresas de la industria auxiliar y tiendas de zapatos, que de algún modo u otro necesitan contar con nuevos clientes y nuevas expectativas de negocio.
Una vez pudimos ponernos en contacto con estas empresas, conocer lo que hacen, cómo lo hacen y sus datos para poder contactar, vimos que muchas de ellas tenían algo en común, procedían de los mismos pueblos y ciudades del calzado “Made in Spain”.
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Si, como lo decimos, pueblos y ciudades zapateras con mucho que contar de sus orígenes, con sus múltiples crisis del calzado, con anécdotas y sobre todo con personas que durante muchísimos años se han dejado la piel para ofrecer al mundo calzado made in Spain.
Cada ciudad con una historia que contar
Conforme fuimos entrevistando a empresas para participar en este directorio, nos dimos cuenta que el calzado forma parte de la cultura española desde hace cientos de años. La mayoría de estos pueblos y ciudades zapateras han crecido gracias a una industria que hoy en día está poco valorada. A la industria zapatera le debemos gran parte de la evolución que han tenido localidades como Elda, Petrel, Monóvar, Villena, Almansa, Fuensalida, Arnedo, …, entre otras.
En los próximos posts iremos contando la historia de cada uno de estos pueblos y ciudades del calzado “made in Spain”.
Os adelantamos que muchas de estas ciudades pasaron de dedicarse a la agricultura a una industrialización a marchas forzadas que cambio la estructura urbana de estas pequeñas aldeas del arco mediterráneo. No sólo hubo una gran evolución en los pueblos que vieron en el calzado una forma de ganarse la vida, si no que las familias comenzaron a vivir su día a día como verdaderas empresas.

Lo que no sabías de la industria del calzado: la familia zapatera
En todos estos pueblos, donde la agricultura había sido su única forma de vida, se dieron muchas circunstancias para que tuvieran que buscar una nueva fuente de ingresos. En algunos de ellos, la sequía de las pozas, la poca fertilidad de las tierras y la presencia de productos agrícolas de otros países con precios muy competitivos, fueron razones más que suficientes para que los aldeanos necesitaran buscar nuevas alternativas para ganarse el pan.
El calzado ha existido desde que el hombre comenzó a andar, pero nunca se había considerado un negocio como tal, era visto como algo para llevar en los pies y evitar las durezas del terreno. Poco a poco la bonanza económica llevó a que este artículo para los pies fuera considerado un lujo. Muchas familias agrícolas dejaron la azada, para montar en sus propias cuadras, pequeñas fábricas familiares que respondían a una auténtica organización de trabajo en cadena.

¿Cómo se organizaban estas pequeñas empresas familiares de calzado?
En aquellos tiempos, las familias tenían entre 8 y 12 miembros, teniendo en cuenta que, en muchas de ellas los abuelos vivían en la misma casa. Una vez los mayores fueron abandonando la agricultura, utilizaban el calzado para entretenerse en aquellas largas tardes mientras compartían el tiempo con el resto de la familia.
Los hombres solían encargarse de las tareas como el corte del material, la preparación de tacones entre otras funciones y las mujeres se dedicaban a la costura a mano en sus inicios y después a máquina, además de la limpieza del zapato una vez terminado.
Por otro lado, los niños y niñas ayudaban, según la edad, en diferentes tareas como podría ser la puesta de cintas, dar cola a los forros, …, entre otras tareas sencillas pero necesarias para la fabricación de los zapatos.

El día a día de una familia zapatera era trabajar desde la mañana hasta la noche, parando un rato para comer, dormir un poco la siesta y poco más. No había lujos, ni vacaciones ni días festivos en el calendario. Los niños iban a la escuela, pero la abandonaban sobre los 8 años o incluso antes. Los menos afortunados ni siquiera iban a la escuela porque no era obligatorio y los padres preferían que trabajasen y empezaran a dejar el jornal en casa.
Con paso firme y fuerte, una industria con sello español
Pronto estas empresas familiares, nunca mejor dicho, fueron creciendo y generando empleo a más y más gente, convirtiéndose en verdaderas empresas de fabricación de calzado. Con estas nuevas compañías crecieron muchas empresas adyacentes, como las destinadas a la creación de hebillas, cordoneras, hilos, suelas, pieles, … Las empresas se fueron especializado en la fabricación de calzado de señora, caballero o niño dependiendo de la zona geográfica de la que pertenecían.
Tal como os iremos contando en los próximos posts de esta serie de Pueblos y ciudades del calzado “Made in Spain”, os podréis hacer una idea de la procedencia histórica de cada uno de vuestros zapatos. Seguro que a partir de ahora mirarás de otra manera los zapatos que llevas puestos.
Y después de este post de introducción, ¿estás deseando conocer la historia de nuestra primera ciudad zapatera?
En el siguiente post te contaremos la historia de nuestra querida Elda. Una ciudad referente a nivel internacional del zapato de señora con su propia ruta Outlet de calzado.

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